¿Cuál es el versículo más corto de la Biblia?
En marzo del año 2014, luego de salir de Managua, Nicaragua hacía República Dominicana, me tocó hacer una escala en el Aeropuerto Internacional de Miami, en vista a que mi escala era por Estados Unidos. Era miércoles y recuerdo que nunca en mi vida había visto tantas personas en un aeropuerto y nunca en mi vida hice una fila tan larga. Me puse nervioso y me dio un poco de miedo al ver que pasaba el tiempo y la fila no avanzaba. Estaba a punto de perder mi vuelo y pasar la noche en el aeropuerto.
Finalmente decidí acercarme a un oficial del aeropuerto y pedirle ayuda para ser colocado en una fila rápida y así abordar a tiempo. Al llegar a la cabina de migración, el agente de migración me saluda en inglés y al ver que era dominicano me dirigió palabras en español, diciéndome que también era dominicano. Inició luego con las siguientes preguntas:
- Oficial: ¿A qué vienes a Miami?
- Melchor: Voy a Santo Domingo, solo viajo por escala. Vengo de Nicaragua.
- Oficial: ¿Y qué hacías en Nicaragua
- Melchor: Estaba en una misión, predicando.
- Oficial: ahhh, entonces tú predicas; dime una cosa, ¿Cuál es el versículo mas corto de la biblia?
- Melchor: Jn 11,35, dice: Y Jesús lloró
- Oficial: Muy bien, ese es, pero… ¿y por qué lloró Jesús?
- Melchor: Bueno, lloró porque al ver el dolor de Marta y María al perder a su hermano y él al perder a su amigo no le quedó opción. Pero él lloró ayer y sigue llorando hoy. Llora por las injusticias, por el sufrimiento humano, llora por ti cuando estas triste y te sientes solo, llora cuando no sabes que hacer, cuando te va mal en el trabajo, cuando sufres por tus problemas. El Jesús de ayer, sigue hoy llorando por ti-
Al decir estas palabras, recuerdo como los ojos de este hombre se llenaron de lágrimas y entre esas y otras palabras seguí animándolo. Al final, luego de sellarme el pasaporte, se puso de pie y con un saludo afectuoso me dijo: No te imaginas lo bien que me sentí al escuchar tus palabras. Feliz regreso a tu país y sigue haciendo lo que haces. En ese momento, mi desesperación y miedo por perder el vuelo desaparecieron. La emoción y alegría que sentí fueron inmensas. No podía creer como Dios podría sorprenderme de tal manera en un momento donde lo último que tenía en la cabeza era evangelizar.
La palabra de Dios es poderosa de principio a fin, no importa que el versículo sea corto o el más corto. Siempre hay poder en la palabra para hacer lo que dice y ese día, la palabra de Dios trajo vida a una persona que la necesitaba. Hay que dejar que esa vida se nos dé con todas sus sorpresas. Dios siempre nos sorprende cuando estamos abiertos a Él. Hay que sacar el evangelio de la iglesia y llevarlo a las calles como nos ha invitado muchas veces el Papa Francisco. Evangelizar es tener a Jesús a mano, presentarlo en el momento oportuno y dejar que Él haga el resto. De aquel día han pasado varios años, la cara del oficial no la recuerdo, pero lo que sí recuerdo, es que Jesús me sorprendió cuando yo no me lo esperaba.