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SÓLO PARA DÉBILES

Uno de mis capítulos favoritos en todo el Nuevo Testamento es el 4to de la 2da Carta a los Corintios. En el mismo, el apóstol Pablo hace una descripción perfecta de lo que es el regalo de la evangelización y la protección de Dios sobre los evangelizadores. Lo que más me impacta, es la alegoría que hace utilizando la imagen de vasijas de barro, porque describe perfectamente lo que somos en nuestra naturaleza y ante el Señor.

Recuerdo que, a poco tiempo de tener mi encuentro personal con Jesús, descubrí una pasión por Él que aún permanece, sin embargo, en aquella época me sentía con un estatus espiritual en el que me creía dueño de la verdad revelada por Dios. Recuerdo que tenía un mensaje muy intransigente, rígido e inmisericorde, donde mostraba dureza con las debilidades y miserias de los demás, y poco a poco me iba convirtiendo (desde mi percepción) en una vasija preciosa y de oro, y no una de barro como la que aparece en este texto de Pablo.

Sin darme cuenta, se fueron agotando mis energías y bajaron mis defensas; mis ayunos, vigilias, oraciones y rezos, parece que no estaban haciendo el efecto esperado en mí. Vivía mi espiritualidad desde el intercambio de quien espera que Dios haga algo, porque yo había hecho algo. Luego de caer en algunos pecados de los que no me siento orgulloso, vino la vida espiritual del disfraz y la apariencia. Al darme cuenta de que no era el santito que quería ser, y que muchas veces era todo lo contrario, no me quedó de otra que aparentar quien no era ante los demás. Fue un tiempo de fracaso.

Esta época me enseñó mucho, el Señor me mostró mis miserias internas, y con esto descubrí que en la vida espiritual no hay espacio para los disfraces. Increíblemente en muchos ambientes religiosos parecería que se ha escrito una regla: esconder las miserias y disfrazarse de lo que se quiere ser. Muchas veces estamos rotos y seguimos actuando como si todo tuviese bajo nuestro control, aunque no sea de ese modo. Nos empeñamos en transmitir y dar la impresión de que todo está bien en nuestra vida, cuando en realidad no lo está. Fingimos una fe determinante, fuerte y estable, cuando en realidad estamos hundidos como Pedro en las aguas (Mt 14,30).

En lo cotidiano a muchas personas se les da bien la dinámica del encubrimiento de sus faltas y debilidades, porque mostrarse tal y cual se es ante Dios y ante los demás, no es tarea fácil. Esto requiere de honestidad, sinceridad, autoconocimiento y humildad. Quien no es capaz de aceptar sus debilidades, no será capaz de mostrárselas a Dios.

La realidad de nuestra vida es que somos una vasija de barro. Frágil, débil, sensible y de alto riesgo de daño. No somos lo que aparentamos ser. Todos tenemos misterios, secretos, problemas íntimos y luchamos con algo que no nos atrevemos a compartir, ni siquiera a dejar que se vea.

Recuerdo que el Señor me dio su mano en una época muy vulnerable de mi vida, me encontraba en el seminario y había descubierto que mi vocación no era el sacerdocio, le pedí al Señor que me muestre el camino y ahí sanó muchas de mis heridas, abrió mis ojos y me regaló carismas. Sin embargo, el miedo a las personas que me sostenían, acompañaban y hasta soñaban con el día de mi ordenación y mi primera misa, me paralizaba al momento de tomar la decisión de salir y saltar a la voluntad de Dios. El miedo al ¿qué dirán? paraliza.

Pablo nos invita en estas líneas a no fingir lo que no somos, ocultando lo que somos en realidad. Cuando dejamos de escondernos en las apariencias, rápidamente explota la burbuja de perfección en la que muchas veces nos escondemos y así, empezamos a enfrentar la realidad tal y como  es. El Señor sanó mis miedos, temores, angustias e inseguridades, me condujo por un camino de libertad en el que empecé a disfrutar más mi oración personal, los sacramentos, los encuentros con amigos que con su sencillez me fueron mostrando el rostro de Dios, e hicieron de mí, una persona nueva. Mi amor por los que sufren, la compasión con el necesitado y la misericordia con el marginado, fueron tesoros que descubrí en ese proceso y que hoy, puedo ver como fruto del paso de Dios por mi vida.

La relación de intimidad con Jesús nos debe conducir al reconocimiento de nuestras limitaciones. Dios no ha terminado su obra en nosotros. Al profeta Jeremías Dios le habla en la imagen del barro en manos del alfarero (Jr 18,1-6) y allí el profeta se da cuenta de que la obra de Dios en su vida y en el pueblo, sigue en proceso. Dios no nos abandona, precisamente porque siempre hay algo que transformar y algo que crear en nosotros. El lugar donde Dios trabaja es el lugar que evidencia los defectos más grandes que tenemos. Él inicia una obra en nosotros y la llevará a su término (Fil 1,6), pero esta durará toda la vida, su obra nunca está terminada y la persona que crea que ya Dios hizo lo que iba a hacer, ha cerrado las puertas de su vida a la gracia.

Jesús sabía que no completaría en la Tierra el proceso que inicio con sus discípulos, por eso dejó el Espíritu Santo con ellos para que siga trabajando. Sabía que ellos se confundirían, se pondrían tristes y se dispersarían, pero aun así los dejó, porque era parte del proceso. Ellos enfrentaron una vida en constante transformación y adaptación. No estar terminados es parte del proceso de transformación, porque es lo que nos lleva a buscar su rostro y a pasar más tiempo con Él.

Somos vasijas de barro, a veces nos cuesta levantarnos a orar, nos cuesta ser fieles, nos cuesta ser íntegros. Somos débiles. Aceptar que somos vasijas de barro es reconocer con humildad nuestras limitaciones, que a veces no entendemos la palabra de Dios, que a veces no sabemos cuál es su voluntad, que somos torpes en la relación con Dios y que nuestra torpeza es la que nos tiene cada día preguntándonos por su rostro.

21 Comentarios

  • Matty. Costa Rica

    Es un hermoso mensaje y con el cual yo me identifico. Yo una vasija de barro, imperfecta y fragil. Siempre le digo a mi Señor «aqui estoy moldea mi vida Señor»… que bendicion del Señor poder reconocer con humildad que le pertenecemos a El, y que si nod dejamos moldear el Señor hara grandes cosas en cada uno de nosotros sus hijos amados. Mi vida esta en tus manos, mi alma se une a ti en un fuerte abrazo, mi vida entera esta fundida en ti mi amado Señor. Gracias querido hermano por esta hermosa reflexion que atesorare en mi corazon…saludes y un fuerte abrazo.

    • melchormaldonado

      Dios te bendiga Matty.
      Que bueno que este mensaje te impactó.
      Compártelo con otros, para que así como te edificó a ti, pueda también edificarlos a ellos.
      Bendiciones.

  • Julio castro vasquez

    Una gran bendicion hermano melchor, para muchas almas y hermanos, que se identificaran con este gran mensaje de luz y esperanza,y que atrvez de el se fortalezeran, pero tambien se daran cuenta de una gran virtud para muchos,el reconosernos pecadores,debiles, y que nos rompemos,quebramos como basijas de barro que somos cuando ya no podemos mas ,pero nos recuerda tambien que caeremos en manos del alfarero para poder ser moldeados con su gracia,y que nosotros mismos nunca podremos con nuestras fuerzas sino uniendo nuestra debilidad a la gracia y misericordia de DIOS.DTB.hermano oramos por ti para que DIOS siga obrando en ti,y atravez de ti se muestre ese gran testimonio vivo de la misericordia de DIOS.

  • Teresa

    Hola Melchor,

    Que buena está esa reflexión. Me identifico con ella en una parte de la que experimento ahora y otra parte que, gracias a Dios, ya la sabía por lo que Él ya ha ido haciendo en mi.

    ¡Bendiciones de amor y paz!

  • Virgita Maria Barahona Mena

    Es cierto, soy una vasija de barro y deseo fe para orar como hija de Dios creyendo lo que obtendré lo que pido y me cuesta. Deseo el Espíritu del Señor para poder servirle mejor en el Ministerio de Intercedión donde estoy

  • JUAN CARLOS MONTES DE OCA GONZALEZ

    Sin duda alguno esta es una de esas luces de esperanza que Dios manda a nuestra vida, llego en el momento indicado es una respuesta oportuna para mi alma. NUNCA TE CANSES DE HACER EL BIEN!! Saludos desde Toluca, edo Méx.

  • Tony Canahuate

    Muy buena reflexión. Dios siga moldeando nuestras vidas para ser dignos recipientes de su amor y misericordia!

  • Yahaira Rosado

    Muchas gracias, que bendicion es recibir estos correos de parte de Dios y usted. Me ha ayudado tanto. Dios lo bendiga ??

      • Jonathan Plasencio

        Es interesante saber que la fragilidad no necesariamente es símbolo de debilidad o no por lo menos la debilidad concebida desde la óptica de Dios… ufff, cuantas veces me he sentido debil, frágil, necesitado y me he abandonado en sus brazos.

        Gracias Mijo, por ordenar unas cuentas palabras y dejarnos ver una vez más que este camino es para «Valientes conscientemente debiles»…

        Bendiciones.

        • melchormaldonado

          De acuerdo contigo mi hermano. La debilidad es la materia prima que Dios usa para trabajarnos y sacar lo mejor que hay en nosotros. Gracias por tus palabras y un abrazo fuerte.
          Bendiciones!