Sin categoría

PENTECOSTÉS TRANSFORMA LA MENTE

Hace poco hicimos una reunión los miembros fundadores del Instituto Shalom y les compartí una breve reflexión sobre la transformación mental que sufrieron los discipulos y seguidores de Jesús luego de Pentecostés en Hch 2.

ÉL mismo «dio» a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que llegemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo. Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error, antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo,de quien todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor. Efesios 4, 11-16

La meta del Espíritu Santo es reproducir en nosotros el carácter de Cristo. La finalidad del ministerio pastoral, de las funciones dentro de la iglesia, de la misión en la vida cotidiana mira a un solo lugar: que seamos una imagen viva de Cristo en cada ambiente vinculado a nuestra vida. El desarrollo del carácter de Cristo inicia cuando el Espíritu Santo fluye en nosotros y a través de nosotros. La palabra carácter tiene la raíz de la palabra «cara», lo cual es lo primero que las personas ven. Nuestra cara representa nuestra identidad y ella expresa lo que somos. Es imposible encontrar una persona sin «cara»; El carácter de Cristo en el creyente es la cara que se muestra a los demás. Somos el rostro de Cristo que las personas que nos rodean van a ver.

El proceso que San Pablo señala en el texto anterior se puede sintetizar en varios puntos; no se tiene el carácter de Cristo al momento de recibir el anuncio del Reino de Dios, y mucho menos se obtiene este carácter en algún curso, taller, retiro o experiencia religiosa. Es algo que se cultiva, que se educa y en el que se crece. Las etapas para llegar a esta experiencia se puede expresar de la siguiente manera:

  • Recibir el mensaje del Reino: Escuchar.
  • Creer en el mensaje del Reino: Aceptar.
  • Seguir a Jesús: Compromiso.
  • Servir al Rey Jesús: Entregarse.
  • Tener intimidad con Jesús: Amistad.
  • Buscar la voluntad de Dios: Carácter de Cristo.

El Espíritu Santo tiene la dificil tarea de moldearnos. No es dificil por Él, sino por nosotros. Nuestras limitaciones y el uso indebido de nuestra libertad, hacen que este proceso de transformación sea lento, sin embargo, no hay nada que el Espíritu Santo no pueda hacer en nosotros cuando le damos la libertad de acción en nuestro corazón.

En Pentecostés hubo un cambio en la vida y en la mentalidad de los seguidores de Jesús que allí recibieron el Espíritu Santo, entre ellos solo quiero destacar tres:

  • UNA MENTALIDAD CENTRADA EN LO POSIBLE.

Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazoreo, ponte a andar.» Y tomándole de la mano derecha le levantó. Al instante cobraron fuerza sus pies y tobillos, y de un salto se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y alabando a Dios. Hch 3, 6-8

Para ellos ya no existía la palabra IMPOSIBLE, todo era posible en el nombre de Jesús. Las limitaciones que aparecieron en otro momento cuando no pudieron sacar un demonio (Cfr. Mc 9, 14-29), la debilidad de fe ante la tormenta (Cfr. Mt 8, 23-27) y el miedo a la ausencia de Jesús con su partida (Cfr. Jn 16, 5-29) habían desaparecido. Todo era posible en el nombre de Jesús.

Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en el pueblo… Y solían estar todos con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón, pero nadie de los otros se atrevía a juntarse a ellos, aunque el pueblo hablaba de ellos con elogio. Los creyentes cada vez en mayor número se adherían al Señor, una multitud de hombres y mujeres. hasta tal punto que incluso sacaban los enfermos a las plazas y los colocaban en lechos y camillas, para que, al pasar Pedro, siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos. También acudía la multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos; y todos eran curados. Hch 5, 12-1

Es asombroso el PODER que se desató en las primeras comunidades cristianas a raíz de PENTECOSTÉS, que activó esto en los discipulos. Ellos habían visto a Jesús obrar signos de todo tipo, sin embargo, no vivieron esta experiencia hasta que no vino sobre ellos el Espíritu Santo y les hizo vivir la cultura de lo IMPOSIBLE.

  • UNA MENTALIDAD DE APOYO.

El Espíritu Santo de forma personal llevó a los que vivieron el primer PENTECOSTÉS a una experiencia de riesgo. Hablaron en lenguas, predicaron, sanaron enfermos, entre otras señales; sin embargo, a nivel comunitario también vivieron una experiencia hermosa: Los bienes compartidos.

La vida comunitaria en muchos lugares se ha asociado a un horario y un día de reunión. En muchos ambientes cuando se piensa en comunidad automáticamente se relaciona a la palabra servicio, sin embargo, en las primeras comunidades cristianas nacidas de PENTECOSTÉS, la vida comunitaria era una experiencia de vivir con amigos, una aventura común: LA VIDA EN EL ESPÍRITU.

Esta vida está hecha de algo más que reuniones, programaciones, retiros, servicios u otro tipo de agenda. Si bien es cierto que esto es parte de la vida comunitaria, no está ahí su sentido. El sentido de la comunidad nacida del Espíritu fue la unidad. Unidad en la visión del Reino, unidad en la misión y unidad en las necesidades. El hambre del otro es mi hambre, las preocupaciones del otro son mis preocupaciones, las carencias del otro son mis carencias, y como el otro es mío con sus circunstancias, a mi me corresponde buscar la manera de aliviar el sufrimiento, saciar el hambre, llenar las carencias y ser otro cristo con el otro.

Que hermoso es que los creyentes que nos marcaron el camino vivían unidos y tenían todo en común. Hoy existen creyentes que forman parte de una misma comunidad, asamblea u equipo pastoral y no viven unidos y lo único que tienen en común es el horario de reunión donde se encuentran.

Este PENTECOSTÉS nos desafía a redescubrir el deseo del Espíritu Santo en la vida comunitaria y a discernir el modelo de comunidad centrada en el amor que por naturaleza es nuestra vocación.

  • UNA MENTALIDAD MISIONERA.

Los discipulos tenían un enfoque limpio acerca de su llamado. Entendían las necesidades que había alrededor del ministerio y las atenciones que requerían quienes estaban en el circulo pastoral, sin embargo no dejaron de difundir la palabra de Dios para atender algo que también era importante.

En la iglesia han existido diversas corrientes de pensamiento pastoral y teológico; por un lado apareció una corriente centrada en la promoción humana a través de las obras sociales, y muchas personas criticaban a quienes predicaban por descuidar la atención a los pobres; por otro lado, aparecieron unos que criticaban a quienes atendían a los pobres porque no hablaban de Jesús. Ambas corrientes son inspiradas por Dios y el mundo de hoy las necesita; solo es un asunto de enfoque. El que ha sido llamado a la evangelización en el poder del Espíritu Santo a través de la predicación debe centrarse en eso que Dios le ha pedido, y de igual modo el que ha sido llamado para labores pastorales no tan visibles como lo hace quien toma un micrófono para predicar. De todas formas, atender a las obras sociales no elimina el carisma, al contrario, lo eleva, tal y como pasó con Felipe, que en Hechos 8 se narra la manera poderosa en la que era usado por Dios, sin embargo cuando lo ungieron como diácono, lo hicieron para que atienda a las viudas (Cfr. Hch 6,5).

Una de los desafíos de los creyentes de hoy que han nacido de nuevo a través de la experiencia del Bautismo en el Espíritu Santo es centrarse en lo esencial y en aquello a lo que les ha llamado el Señor. Es muy fácil perderse en medio de tantas necesidades. Jesús dijo que somos sal de la tierra y luz del mundo (Cfr. Mt 5, 13-16) y tanto la sal como la luz no le dan sabor a todas las comidas y mucho menos iluminan todas las tinieblas. Cada uno debe ser sal y luz allí donde le toca vivir y donde le invitan a compartir su experiencia, de lo contrario, se sumergerá en un océano de necesidades donde se terminará enfermando.

Cuando fui estudiante de Psicología fui invitado a participar en una especie de movimiento de pastoral interna dentro de la universidad, sin embargo después de un tiempo me retiré. Aparte de los compromisos comunitarios, laborales, académicos y misioneros, la visión que se tenía allí no estaba centrada en el anuncio de Jesucristo en el Poder del Espíritu Santo. Para lo que se quería hacer allí, yo no era necesario, porque no era un requisito tener un encuentro con Cristo y un mensaje que comunicar para realizar aquellas actividades.

El Espíritu Santo tiene el poder para enfocarnos en el llamado que Dios nos ha hecho, sin embargo está en cada creyente mantener ese enfoque y hacer que la palabra sea predicada a todo el mundo.

Espero que este PENTECOSTÉS 2024 sea de transformación para tu vida y que el Espíritu Santo te llene de la fuerza que necesitas para continuar dando pasos firmes en el camino de construcción de carácter de Cristo en ti.

Solo debes de ingresar al siguiente enlace, colocar tu nombre y tu correo y lo recibirás de manera automática.

https://miguelhoracio.com/shalom-espera/

NECESITAS ORACIÓN?

Escríbeme aquí tu petición: https://melchormaldonado.com/necesitas-oracion/